¿Por qué tallar cucharas?

Desde hace más de diez años, cuando por casualidad descubrí esta actividad, siempre me he preguntado que es lo que tiene el tallar cucharas que llega a atrapar tanto. Al principio pensaba que era a mi sólo y a cuatro locos más, pero me he ido dando cuenta con el pasar de los años que hay por ahí un montón de gente que comparte esta afición . Y me da la impresión que va en aumento, o puede ser que yo me fije más o que los algoritmos de las redes sociales me inciten a pensarlo.

Durante estos días en los que me encuentro organizando un nuevo taller de talla de cucharas me ha venido de nuevo a la mente esta pregunta. Y dándole vueltas puedo decir que para mi el tallar cucharas es un momento de relax, de contacto con la naturaleza - aunque sea de forma diferida y solamente este presente en ese trozo muerto de madera, pero ahí está el olor y el tacto de lo que una vez fue un árbol – y por supuesto un momento de creación. Un rato en que lo que piensan son las manos y no la cabeza, un momento en que el tiempo parece desaparecer y el sonido del golpeteo del hacha o la madera al ser desprendida por el cuchillo lo llena todo por completo, y que hasta que no miras el reloj no eres consciente de si han pasado diez minutos o tres horas.

Es una actividad en la que transformas un trozo de madera, que por lo general hubiese acabado en la chimenea o pudriéndose en el campo, en algo que en principio parece simple y sin mucho valor, un objeto que aunque usemos a diario no le prestamos la más mínima atención, una humilde cuchara de palo. Pero es algo que has creado tú, algo que has hecho con tus manos y con la ayuda de dos o tres sencillas herramientas. No hay electricidad, no hay dependencia de combustibles, no necesitas estar conectado al wifi, no hay grandes parafernalias. Un hacha, un cuchillo y un vaciador. Lógicamente a partir de ahí, y como en cualquier afición, puedes invertir y complicarlo todo lo que quieras, pero realmente no hace falta más.

Y visto así quizás tenga algo de revolucionario, al menos en el aspecto en que es apelar a una forma de ocio sencillo y sobrio. Esa simplicidad que tanto nos falta, a esa relación con lo natural que se nos ha robado, a esa creatividad que todos tenemos y que hemos olvidado. Creo que por ahí debe ir la clave.

El Sr. Troll


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